El diccionario define la palabra integridad como el estado de estar completo, no dividido. Cuando tengo integridad, mis palabras y mis obras coinciden. Soy quien soy no importa dónde estoy o con quién estoy.
Lamentablemente, la integridad es en la actualidad un producto perecedero. Los patrones morales se desmoronan en un mundo a la caza del placer y los atajos hacia el éxito.
En una solicitud de trabajo, se incluía la pregunta: ¿Ha sido arrestado alguna vez? El solicitante contestó NO. La siguiente pregunta era una continuación de la primera. Decía: ¿Por qué? Sin darse cuenta que no debía contestar, aquel solicitante honesto y bastante ingenuo escribió: Supongo, porque nunca me han atrapado.
Una persona con integridad no divide su lealtad (eso es duplicidad), ni finge ser de otra manera (eso es hipocresía). La gente con integridad es gente completa, puede identificarse por tener una sola manera de pensar. Las personas con integridad no tienen nada que esconder ni nada que temer. Su vida son libros abiertos. Alguien dijo una vez una persona con integridad es la que ha establecido un sistema de valores ante el cual se juzga toda la vida.
La integridad no es tanto lo que hacemos sino lo que somos. Y lo que somos, a su vez, determina lo que hacemos. Nuestro sistema de valores es una parte de nosotros que no podemos separar de nuestra personalidad. Viene a ser el sistema de navegación que nos guía. Permite establecer prioridades en la vida y sirve de patrón para juzgar lo que debemos aceptar o rechazar.
Todo ser humano experimenta deseos encontrados. Nadie, sin importar cuán espiritual sea, puede evitar esta batalla. La integridad es el factor que determina cuál prevalecerá. Luchamos todos los días con situaciones que demandan decisiones entre lo que queremos hacer y lo que debemos hacer. La integridad da origen a las reglas básicas para resolver estas tensiones. Determinan quienes somos y cómo responderemos aun antes de que aparezca el conflicto. La integridad amalgama el decir, el pensar y el actuar para formar una persona completa, de manera que no es permisible a ninguno de estos aspectos estar fuera de sincronía.
La integridad no une interiormente y forja en nosotros un espíritu de contentamiento. No permitirá a nuestros labios violar el corazón. Cuando la integridad sea el árbitro, seremos congruentes, nuestra conducta reflejará nuestras creencias. Nuestras creencias se reflejarán a través nuestro. No habrá discrepancia entre lo que parecemos ser y lo que nuestra familia sabe que somos, ya sea en tiempos de prosperidad o de adversidad. La integridad nos permite predeterminar lo que seremos en tiempos de prueba sin importar las circunstancias, las personas involucradas o los lugares.
La integridad no sólo es el árbitro entre dos deseos. Es el factor fundamental que distingue a un persona feliz de espíritu dividido. Nos libera para ser personas completas, a pesar de lo que surja en el camino.
La primera clave para la grandeza, nos recuerda Sócrates, es ser en verdad lo que aparentamos ser. Muy a menudo tratamos de ser un hacer humano antes de lograr ser un ser humano. Para despertar confianza un líder tiene que ser auténtico. Para que eso suceda, uno debe actuar de manera de una composición musical: La letra y la música coinciden.
El 89% de lo que la gente aprende proviene de un estímulo visual, el 10% de un estímulo auditivo, y el 1% de otros sentidos. De este modo es comprensible que los seguidores muestren una mayor congruencia y lealtad, entre más perciban mediante el oído y la vista l coherencia existente entre la palabra y la acción de un líder. Lo que oyen, entienden. Lo que ven, creen. Lo que la gente necesita no es un lema que diga algo sino un modelo que se va.
Billy Graham dijo: La integridad es el pegamento que sostiene nuestra manera de vivir como un todo. Debemos luchar siempre por mantener intacta nuestra integridad.
Cuando se pierde la riqueza nada se pierde, cuando se pierde la salud algo se pierde, cuando se pierde el carácter todo se pierde.
Al construir su vida sobre el fundamento de la integridad utilice el poema Soy Leal Conmigo Mismo de Edgar Guest, como una prueba del espejo para evaluar el avance, en su integridad. Este dice así: Tengo que vivir conmigo, y por eso quiero encaja bien en mí para saber que puedo, mientras los días pasan, mirarme siempre directo a los ojos.
No quiero que el sol se ponga mientras me odio por lo que he hecho. No quiero guardar en un armario tantos secretos sobre mí. Y engañarme mientras entro y salgo, pensando que nadie más sabrá la clase de hombre que en realidad soy.
No quiero vestirme de impostura, quiero andar con la cabeza erguida, mereciendo el respecto de la gente.
No quiero mirarme y saber que soy vanidoso y fanfarrón un ser vacío. Nunca podré esconderme de mí mismo, veo lo que otros no ven, sé lo que otros no saben.
Nunca podré engañarme, y por tanto pase lo que pase, quiero ser respetado por mí mismo y tener limpia la conciencia.
Reflexione sobre este poema, y saque sus propias conclusiones...
La integridad del ser humano no depende su fuerza. Rige más su conciencia. M . J. Bustelo
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